La explosiva investigación sobre los paraísos fiscales usados por políticos y grandes fortunas supone un nuevo nivel de sofisticación y colaboración en la profesión periodística.
La dimisión del primer ministro de Islandia, cuyas maniobras financieras en un paraíso fiscal para evitar impuestos sobre unos 3,5 millones de euros ha sido desvelada en esos Panama Papers, demuestra la importancia de los hallazgos realizados por el equipo de 376 profesionales, de 109 medios, de 76 países.
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Los logros de los periodistas son varios. En una profesión donde se resguardan información y fuentes celosamente, y se ve a otros medios como competidores, todos los periodistas del equipo acordaron en que no publicaran nada hasta la hora y la fecha seleccionada. Todos estos periodistas, acostumbrados a trabajar como ‘lobos solitarios’, debían cooperar a pesar de sus diferencias nacionales, culturales y lingüísticas.
Y debían utilizar las nuevas técnicas y herramientas de big data para sacar el jugo de 11,5 millones de documentos que contenían miles de nombres de personas, familias y organizaciones que tendrían significado sólo para los reporteros que, por su procedencia geográfica, tenían el contexto para saber interpretarlos correctamente. Otra vez, requería una cooperación total.
Toda la información en los Panama Papers llegó a manos del International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ), basado en Washington, por un medio alemán, Süddeutsche Zeitung, mediante una filtración de una fuente anónima. Consiste en documentos de diferentes tipologías y formatos de los archivos de un bufete de abogados de Panamá, Mossack Fonseca, que cuenta con 500 empleados especializados en crear cuentas en paraísos fiscales.
Marina Walker Guevara. Photo: Center for Public Integrity |
No es la primera vez que ICIJ ha dirigido un proyecto periodístico internacional de gran escala. En la descripción que hacía Marina Walker Guevara, vicedirectora, sobre el proceso que utilizaron en 2013 para otra investigación sobre paraísos fiscales, explicaba cómo tuvieron que desarrollar una nueva herramienta para que los periodistas de cada uno de los países pudieran buscar, entre millones de documentos, nombres y empresas relevantes para el proyecto. Dos años más tarde, el ICIJ coordinó otro equipo de periodistas, de 45 países, para realizar una investigación sobre el banco HSBC –Swissleaks– que reveló cómo esa institución ayudó a sus clientes a realizar múltiples actividades ilegales.
Los paraísos fiscales descritos en Panama Papers (relatado en El País en detalle) se utilizan para evitar impuestos o esconder fortunas legalmente, así como ocultar las ganancias del crimen organizado y el lavado de dinero. Hasta la fecha las investigaciones han desvelado cuentas bancarias ligadas a personas cercanas a los líderes de China y Rusia –Xi Jinping y Vladimir Putin, respectivamente- así como los líderes de Argentina, Ucrania y Reino Unido.
La Agencia Tributaria española está investigando los asuntos fiscales de personas cuyos nombres rimbombantes –Borbón, Domecq y Messi, por ejemplo- han aparecido en algunos documentos de la investigación.
Un periodismo que supera fronteras
La Agencia Tributaria española está investigando los asuntos fiscales de personas cuyos nombres rimbombantes –Borbón, Domecq y Messi, por ejemplo- han aparecido en algunos documentos de la investigación.
Un periodismo que supera fronteras
El significado de Panama Papers y Swissleaks para el periodismo es que ahora la profesión está alcanzando la habilidad de los expertos fiscales que aprovecharon las barreras fronterizas y culturales para esconder sus fortunas, obtenidas legal o ilegalmente.
Walker Guevara comentó sobre este tipo de investigaciones que “más allá de las herramientas de trabajo en equipo y de la tecnología que utilicemos, creemos que las buenas relaciones humanas ─entre los coordinadores, los reporteros y los periodistas que estaban trabajando sobre el terreno─ han sido la clave para llevar a buen puerto la investigación. Esto no quiere decir que el trabajo haya estado exento de momentos dramáticos. De hecho, nunca deja de serlo cuando se trabaja con reporteros que hablan distintas lenguas, que viven en zonas horarias dispares y de culturas tan diversas (incluso, de culturas periodísticas diferentes)”.
Walker Guevara comentó sobre este tipo de investigaciones que “más allá de las herramientas de trabajo en equipo y de la tecnología que utilicemos, creemos que las buenas relaciones humanas ─entre los coordinadores, los reporteros y los periodistas que estaban trabajando sobre el terreno─ han sido la clave para llevar a buen puerto la investigación. Esto no quiere decir que el trabajo haya estado exento de momentos dramáticos. De hecho, nunca deja de serlo cuando se trabaja con reporteros que hablan distintas lenguas, que viven en zonas horarias dispares y de culturas tan diversas (incluso, de culturas periodísticas diferentes)”.
En el pasado la indiferencia o la incapacidad de las autoridades nacionales para buscar información fuera de sus fronteras fue una potente arma para quienes querían evitar el escrutinio del público que depende de la honestidad y la integridad de sus líderes políticos y empresariales. Ahora el mensaje es claro: el perro guardián está al acecho.
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