Lo que sigue son algunos extractos del libro Cartas a un empresario de la información por Alfonso Nieto, rector de la Universidad de Navarra 1979-1991.
En esta carta al Consejero Delegado ficticio de un periódico–con título “Escándolo bochornoso”– Nieto critica a los empresarios de medios que sólo se preocupan de los resultados financieros, sin atender a la calidad de información en su medio. Además, Nieto destaca la importancia de contratar a periodistas de carácter. “Es tan noble esa profesión que no debe admitir a mediocres de espíritu, desleales, resentidos o egoístas” (p. 58).
La clarificación y la divulgación de los principios editoriales del medio son responsabilidad de la alta dirección, señala Nieto, y su ausencia crea desorden en la redacción. “La ausencia de objetivos convierte a cada redactor en un pequeño Califa de mayor o menor cantidad de columnas impresas . . . El desorden es llave que abre la puerta a la mentira y al error” (pp. 59-60).
Algo muy parecido observamos hoy, en 2019, en los grandes periódicos que publican columna tras columna de información contradictoria, a medio investigar, o demostrablemente incorrecta.
Alfonso Nieto también toca en esa carta a otro tema relevante en nuestros días: la necesidad de ganar la credibilidad publicando sólo hechos verificados, aun a costa de que ello suponga publicar después de los competidores.
“En bastantes ocasiones deberá acudir al silencio: callar y esperar, no publicar sin antes verificar. ¿Y si otros se adelantan en la publicación de la noticia? Entonces llega el momento de decir que en prensa no gana quien primero da una noticia, sino quien informa con la verdad” (p. 61, énfasis mio).
Los periodistas necesitan, sobre todo, humildad para hacer bien su oficio. Los soberbios y los vanidosos cometen muchos errores que socavan la credibilidad de un medio, sobre todo cuando además se resisten a admitirlos.
Perfil del buen periodista
Después de dibujar los rasgos más comunes de los malos periodistas –excesivamente intuitivos, polémicos, improvisadores, resentidos, petulantes, misántropas-, Nieto describió con la siguientes palabras el perfil deseado”
“En fin, el buen periodista sabe escuchar, dialoga, verifica la información, atiende a las dos partes -o a las cuarenta y siete si la hubiera-, escribe informaciones en las que no hay mitad de verdad y mitad de mentira . . . Sabe distinguir entre el error y la persona que se equivoca: rebate aquél y siempre respeta a ésta.” (p. 64).
Hoy cabría decir lo mismo tanto en las clases de periodismo como en las buenas redacciones. Sería la mejor manera de recuperar la credibilidad de los medios, que es su activo económico más valioso así como su mayor contribución a la sociedad.
Alfonso Nieto era uno de los pioneros en los estudios universitarios de periodismo en España y en la disciplina de Empresa Informativa al nivel internacional. Escribió este libro en 1987, al momento cuando editores en España estaban convirtiendo sus redacciones desde máquinas de escribir a computadoras para soportar la tecnología de impresión offset. Sus consejos a los directivos de medios se han vuelto relevantes hoy mientras que estamos adaptando al impacto de la revolución digital en los medios.