Las mentiras que nos contamos los periodistas


Y las razones por las que esas mentiras nos ciegan a las futuras oportunidades

Mentira No. 1. El público valora nuestros productos informativos.

La verdad: no necesariamente, al menos en términos económicos. Una vez que publiquemos las noticias, todos tienen acceso a ellas. Por ejemplo, considera el titular, “Michael Jackson está muerto”. La primera organización de noticias que publicó esa información la tuvo como exclusiva durante aproximadamente 30 segundos. Luego la noticia estaba disponible en medios gratuitos por todas partes.

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Mentira No. 2. Los periodistas somos profesionales, y nadie más puede hacer lo que hacemos.

La verdad: somos generalistas que tienen talento para la comunicación. En el mundo digital, muchas personas han demostrado que pueden hacer lo que hacemos pese a no tener la formación ni la experiencia en la producción de las noticias.

Los expertos con conocimientos especializados en cualquier tema –desde la ciencia hasta las vidas privadas de las celebridades– pueden evitar los medios periodísticos y pasar directamente al público a través de sus propios sitios web o canales en YouTube. Además, estos “no cualificados” a veces superan a los periodistas en creatividad y la innovación en la manera de presentar las historias. Están capturando la audiencia que los periodistas y sus organizaciones solían reclamar como propia.

Mentira No. 3: El público necesita y quiere nuestros informes sobre la política y la coyuntura.

La verdad: a la mayoría de las personas no les importan las noticias la mayor parte del tiempo. Viven, trabajan y se entretienen sin necesidad de nuestra ayuda. Para verificar esta idea, basta con mirar las historias más populares en los sitios medios dirigidos al público en general. Por otro lado, las historias sobre los entresijos del funcionamiento del gobierno no interesan al público en absoluto, a menos que les impida hacer lo que quieren o les afecten directamente en el bolsillo.

Esta mentira tiene una analogía en la alimentación saludable. Sí, las personas saben que deberían comer sus verduras. Pero sobre todo prefieren comer lo que quieren cuando quieren y no preocuparse por si les conviene, al menos hasta que tienen un ataque cardíaco.

Mentira No. 4. Los periodistas son protectores de la libertad de expresión y pilares del Cuarto Poder, y hacen que los poderosos sean responsables.

La verdad: los periodistas y los grandes medios nunca han destinado mucho tiempo o dinero a este tipo de periodismo. Incluso durante la mítica Edad de Oro del Periodismo antes de Internet, los periodistas dedicaban gran parte de su tiempo a tareas rutinarias, como el seguimiento de comunicados de prensa de los políticos o de la policía. O cubrían temas dictados por los anunciantes, como viajes, entretenimiento, salud, gastronomía y automoción.

Durante mis años como periodista y editor antes de Internet, dedicábamos alrededor del 5% al 10% de nuestro tiempo a investigaciones, como mucho. Por investigaciones, me refiero a los informes basados ​​en la información que se obtiene sólo al superar algunos obstáculos o cuyo volumen y naturaleza presentan grandes desafíos al publicarla de forma comprensible.

(Por las observaciones sobre las mentiras que nos contamos, estoy en deuda a Robert Picard, “The Economics of Journalism and News Provision” en Tim Vos (ed.), Handbook of Communication Science: Journalism, Berlin: Mouton de Gruyter, 2018. )


Algunas oportunidades perdidas

Debido a estas mentiras que nos contamos, y algunas ideas erróneas relacionadas, las organizaciones de noticias están perdiendo muchas oportunidades.

Los periodistas hemos comprado estas mentiras durante muchos años porque estábamos protegidos de la realidad. Estábamos cegados ante el hecho de que nuestro periodismo formaba parte de un gran negocio, una fracción del cual se dedicaba al servicio público. El periodismo de calidad conlleva gran valor para la sociedad, pero supone gastos importantes de tiempo y dinero: no es una actividad rentable. En los grandes periódicos y las emisoras, la publicidad subsidiaba las grandes investigaciones. Aún más: las revelaciones molestaban a ciertos anunciantes que retiraban la publicidad de los medios ofensivos.

La audiencia para este tipo de periodismo de servicio público es relativamente pequeña, quizás el 15% o el 20% de la población. Pero como el experto en economía de medios Robert Picard ha demostrado, ese segmento del público está compuesto por los líderes de opinión. Consumen grandes cantidades de noticias y tienden a ser activos en las comunidades económicas, sociales y políticas. Estas personas, además, son más propensas a pagar por la información.

La oportunidad para los medios radica en pequeñas operaciones digitales con un enfoque editorial estrecho y un público fiel. Con sus costes extremadamente bajos para distribuir su periodismo, pueden ser rentables.

Crear valor para los usuarios

Si desean sobrevivir las empresas que producen las noticias, tienen que crear valor para los usuarios en lugar de los anunciantes. Tienen que construir una relación de confianza con sus audiencias. Tienen que aprovechar las herramientas multimedia y digitales para crear experiencias atractivas para ellas. Tienen que darles una razón para pagar.

El público realmente aprecia el papel del periodismo como el Cuarto Poder –el pilar de la sociedad que da voz a los que no la tienen. Y como se mencionó anteriormente, sólo una fracción del público está lista y dispuesta a pagar por este tipo de contenido.

Pero para aprovechar las oportunidades, tenemos que dejar de mirar al pasado y dejar de creer las mentiras que nos contamos sobre nuestro propio valor y grandeza. Las oportunidades se encuentran en el futuro con nuevos negocios.